Cuando joven sólo pedía amar y ser feliz, pero con los años aprendí que para el ser humano existe un don mucho más preciado: la salud. Sin un estado saludable del cuerpo y el alma no nos encontramos ni siquiera aptos para amar y ser feliz. La salud resulta un tesoro, casi un bien divino y todas las personas merecen cuidarla.
Sólo que los servicios de salud se encarecen cada vez más en el mundo y recibir asistencia médica e incluso realizarse el más elemental examen cuesta casi una fortuna. Cuba sortea todos los días los múltiples obstáculos de su crisis económica para cuidar de sus ciudadanos. (más…)